martes, 5 de mayo de 2009

Toño

Le conocí en una mañana soleada de domingo, en las canchas de básquet cerca de mi casa, yo jugaba con mis primos y el daba vueltas en su bici azul alrededor de nosotros. De repente se acercó y nos dijo que acababa de mudarse al vecindario, que vivía en la casa roja de la esquina y pidió jugar con el equipo. A partir de ahí Toño se convirtió, primero en amigo inseparable de los primos y después de mi.
Toño tenía unos chinos enormes por cabello, era moreno y sumamente delgado, unos ojos grandes sobresalían de su rostro, pero lo mejor que tenía Toño es que era excelente amigo.
De repente llegaba a mi casa con papas y refrescos y veíamos la tele hasta que su mamá lo llamara. Lo besé infinidad de veces en los juegos de Botella, fue mi chambelán en mis quince años, debutamos juntos como actores en la obra de teatro del curso de verano, íbamos juntos al deportivo y me esperaba a diario una hora para que no me regresara sola.
No había amor, era amistad, sincera, de niños.
Toño fue la primera imagen masculina fuera de mi familia, el me enseñó que la moda no era la que veíamos en la tele sino la que mejor te quedaba con un simple gesto, me mostró que el dinero no valía nada y menos si no venía acompañado de su padre que lo visitaba cada que se acordaba de él. Él me hizo disfrutar las tardes soleadas con el viento en mi cara sobre las bicis o tocar timbres de los vecinos y accionar las alarmas de todos los carros de la cerrada donde vivíamos. Éramos inseparables. Éramos amigos.
Todo terminó poco a poco cuando conocí al que ahora es mi ex marido, quien abrumado por sus celos desesperados y enfermos me pidió,¡me exigió!, que como muestra del gran amor que le tenía hiciera (botara) a un lado a mi gran amigo. Y lo hice, y lo perdí.
No respondí a sus llamadas, no abrí la puerta, se cansó de saludarme a lo lejos. La última vez que estuve sola con el fue en la casa de los primos y me regresó de prisa un suéter que le había prestado, sin decir palabra, con una mirada más de enojo que de tristeza, más de desconcierto que de reproche.
Y así pasó la vida y así crecimos los dos, aun después de divorciada nunca he tenido el valor de pedirle perdón o de hablarle siquiera.
Sigue viviendo en la casa roja de la esquina y de vez en cuando lo veo con su traje oscuro y su cabello corto.
Ya no existo.
Y cada que me lo topo me vienen a la mente esos recuerdos de infancia, en los que curiosamente aparece en todos y cada uno de ellos. Y ahí sigue Toño en su bici azul, con sus enormes bucles negros sobre su cara dando vueltas alrededor de nosotros.

9 comentarios:

marichuy dijo...

Ana

Creo que hubiera sido menos doloroso perderlo por alguna razón más dura o terminal, que a causa de los estúpidos celos de tu ex-marido. Perder a un amigo de esta forma, es algo terrible.

Ojalá algún día, las cosas pudieran aclararse.

Un abrazo

Ana A. dijo...

Marichuy,
Si, lo se, eso es lo que más me duele que lo haya perdido de esa forma. Ojalá tenga el valor de hablarle, pero han pasado tantos años y se ve tan diferente que la verdad no me atrevo. El miedo me devora.

Potter dijo...

Es muy doloroso cuando estas cosas pasan y no hay marcha atrás!
Es bien dificil!

Pero bueno, ni modos!
¿acaso no hay posibilidad de...

un abrazo!

Ana A. dijo...

Potter,
Quisiera tener la fuerza necesaria para hacerlo... es tan difícil!

abrazo de regreso.

Ana A. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El cola E´Flecha dijo...

¡Ufff si!... hacemos cosas bien tontas cuando nos casamos (y sin mencionar el hecho mismo de casarnos), todo según esto "por amor" cuando en realidad no tiene nada que ver con el amor.

Yo creo que si puedes recuperar esa amistad... deberías intentarlo.

Gracias por tu visita a mi blog.

Patricia dijo...

ay amiga eso y más por personas desequilibradas hacemos, el miedo lo debes dejar en el aire y atreverte a saludarlo, no pasa nada, da el primer paso, tal vez el sufra en silencio al igual que tu, animate y me diras si me equivoco, es mas, cuánto le apuestas?

Ana A. dijo...

Abraxas,
Lo peor es que esa fue una de las cosas "tranquilas" que hice por su ¿amor?, en realidad no era amor, era una seria obsesión.
Caramba, que trabajo me cuesta...

Ana A. dijo...

Amiga,
No se si apostar contigo porque siempre ganas, aunque en esta ocasión me conviene, pero hacerlo es lo que no puedo.

Lo intentaré y si me sale les aviso...