jueves, 30 de abril de 2009

Mi vida dentro


Mañana es el cumpleaños de mi hijo, cumple siete, no hubo día en la semana que no me hablara por teléfono llorando a la oficina exigiendo una fiesta de cumpleaños. Odia con toda su alma a un virus que no conoce y dice que si ese “animalito” osa entrar a casa lo aplastará como a una cucaracha y lo golpeará con sus puños hasta dejarlo muerto con tal de salvarnos a su hermana y a mi.

Mientras tanto mi hija mayor ya se cansó de “operar” a todos los muñecos, ya le dio consulta a su hermano, a su nana, a la vecinita que va a jugar “mientras esto dure” y a mí por las tardes. De sus “enfermos” ninguno está contaminado de la influenza, dice que si se le mueren ¿a quien le va a dar consulta?, así que diario les inventa a los peluches enfermedades diferentes. Además me contó, que “estaría bien” inventar un aparato que detecte a los enfermos y que los torne de un color diferente: rojo para los infectados y rosa para los sanos. Le dije que me gustaba la idea, pero que lo veía imposible. Un día después corrió a decirme que “su” aparato estaban siendo usando en el aeropuerto detectando la enfermedad de la gente. (en realidad sólo detecta la temperatura de las personas, aunque tuvo razón, no era tan descabellada su idea).

“¡Te juro que me aguanto la respiración!”, me dijo mi hijo el día que le cancelé la visita a la casa de su tío. Su plan consistía en correr de la casa al auto sin respirar, llevarlos a la casa del tío y aplicar la misma técnica para entrar en su departamento. Su hermana se rió de sus planes y se los tiró diciéndole que si eso se pudiera hacer tendrían entonces que ir a la escuela, el niño no volvió a ventilar su idea.

Con una enorme cara de aburrimiento y fiaca me preguntaron si las cosas en las calles son como las pasan en la tele, les dije que sí, “¿y todos traen tapabocas?”, preguntó mi hija,
-sí todos-, le dije ya con una sonrisa en la boca
“¿también tu jefa?”, preguntó mi hijo,
-sí, también mi jefa- le respondí un poco extrañada por la pregunta.
“¿Y también andan los señores con los trajes blancos como de astronautas caminando por las calles?”, volvió a preguntar el niño
–no, no andan caminando como si nada por las calles, están en lugares específicos- le contesté.
“¿Y los que no traen cubrebocas se mueren?”, dijo la niña,
-no, no se mueren, pero si se pueden infectar-
“¿y porqué el que da las noticias no trae?”, preguntó el pequeño,
-porqué está en un lugar cerrado- le respondí de nuevo con cara de extrañeza por su pregunta.
“¿Me llevas a ver a los señores con trajes de astronautas porfis?”, me dijo el niño poniendo cara de cachorrito tierno.
-¡no!, le contesté, -ya te dije que no es bueno que salgan ahorita-.

Mientras la vida continúa en la oficina recibo una llamada telefónica: “¡Mamá, hoy es el día del niño, ¿me vas a traer un regalo?!”, me dijo mi hija,
-sí, claro- le respondí, -¿qué quieres?,
“¡hay no sé, lo que quieras!”,
“¡Mamá, yo sí sé que quiero!, dijo mi hijo interrumpiendo por la otra bocina,
-¿qué quieres?- le pregunté pensando que su respuesta sería un carro de hot weels o un mono del hombre araña.
“¡Quiero un traje de astronauta como los que están usando los señores de la calle, así me llevas con mi tío y me haces mi fiesta!”.

No supe que respuesta darle, ante esa misiva decidí hacerle pastel con mis papás, la vecinita y el tío. Y pensé en comprarle una “paciente” nueva a mi hija. Todo lo que sea necesario para que dejen de imaginarse cosas terribles a las afueras de su casa.
Al final de cuentas están recluidos y son niños, y hoy es su día y mañana su cumpleaños. Y lo peor es que lo real seguramente supera lo que ellos imaginan. Dejémoslo así.

domingo, 26 de abril de 2009

La lluvia ameniza mis mañanas

Ahí estoy yo, sentada en una banca en medio de la nada, es tarde, creo, no concibo determinar la hora, pero, no importa, la lluvia a empezado a amenizar el día, cruzo la pierna como queriendo despertarme y recargo mi cara en mi mano como queriendo soñar, las gotas empiezan ya a tocarme, me hacen cerrar los ojos y creer que estoy en otra parte, pretendo estar en otra parte, huele a hierba mojada, de nuevo huele a él, ¿será?, no, ya se fue, se fue hace tiempo, ni siquiera me percaté en que momento lo liberé, pero me gusta como me siento ahora.
Ahora me detengo a pensar que la nostalgia ya no se clava en mi alma al igual que la soledad no acompaña más a mi vida.
Ahora se siente el viento y el frío se queda a mi lado. De verdad estoy en otra parte.
Escucho unos pasos que se acercan, son unos pasos jóvenes, inteligentes, unos pasos que me agradan y que se sienten a gusto ahí, junto a mi, oliendo la hierba mojada y sintiendo las gotas en su rostro, sin determinar la hora, ni el espacio. Apenas puedo tocar su piel a mi lado y esta temblando, tiene frío, pero lo disfruta, como yo.
Mis ojos se abren lentamente, la lluvia lo cubre todo, todo esta gris, a mi lado esta el hombre de aquellos pasos y yo, yo sólo esperaré a que aclare la tormenta, a que las gotas no se crucen entre nosotros y que el viento no mueva mi cabello, esperaré a verle a la cara con la luz del sol, porque, aunque la lluvia ameniza mis mañanas, con el sol las cosas se ven diferentes…probablemente como son.

viernes, 17 de abril de 2009

Los manjares del amor...

Quisiera ya no sentir mi soledad
pues quiero ya sacar de mis manos la dulzura desaprovechada.

Quisiera soltarme el cabello para alguien que no sea yo
y sufrir las mañanas de frío acompañada por un aroma,
para taparme con los brazos de unas palabras nuevas.

Quiero bailar en las sombras
con unos suspiros alrededor de mi alma
y dejar de pretender que eso del amor no me importa.

Quiero cerrar los ojos
para sentir que el mundo se me viene encima,
y así pretender que con una sola palabra se me arregla la vida.

Quiero llorar de nuevo
hasta que se me seque el alma,
hasta que me amanezcan los dolores,
y creer que muero por dentro.

Quiero pisar sobre mojado,
esperar por las mañanas,
y no querer dormir
hasta que el cansancio me cierre la mente.

Quiero de nuevo soñar,
ver que el alba no puede con mis sueños,
gritar, patear, suspirar...amar.

Quiero extraviarme y regresar llena de historias,
y guardarlas como recuerdos nuevos.

Pero más que cualquier otra cosa:
quiero sentir la brisa en mi cara
y enamorarme de la simple idea
de sentir de nuevo
todos los pesares que me esperan.

Esos pesares que al final del día
se vuelven...los manjares del amor.

miércoles, 8 de abril de 2009

¿Y si la otra parte no hace que pase....?

Hace poco un buen amigo me dijo: "tu tienes que hacer que las cosas pasen, no tienes que esperar a que los demás lo hagan por ti". Tiene razón.
Pero, yo no puedo influenciar en la decisión de los otros, ni me puedo meter en su mente para que piensen en mi o me hablen.
Yo no puedo forzar a que en quien yo dedico mis ideas me dedique las suyas o a quien yo quiero que me quiera. Es simplemente imposible.
Ya me cansé de esperar, de ser yo la primera en hacer las cosas, de soñar despierta y no recibir nada a cambio. Ya no quiero despertar en las noches porque tengo a alguien en la mente. Alguien que ni siquiera tiene la delicadeza de hablar. No, no más.
A partir de mañana inauguro la nueva faceta. A partir de mañana cierro por completo las rendijas que dejaban entrar ilusiones y pensamientos absurdos que no me permitían el buen entendimiento de mi vida, de mi enfoque.
Si alguien llega, si alguien de verdad quiere llegar, lo hará hasta acá, hasta donde estoy, tropezando, aguantando, dando los mismos pasos que yo. Uno a uno.
Sin dejarme sola.
Haciendo simplemente que las cosas pasen, como debe de ser.
Basta de engaños.

Aunque duela,
aunque odie,
aunque no me perdone
aunque no me lo permita.

Por mi lo haré. Me lo merezco...

miércoles, 1 de abril de 2009

En el horizonte...

Como una hermosa musa inalcanzable la veía todas las noches en el horizonte, desde la ventana de su habitación y la soñaba despierto sin quitarle el pensamiento un solo minuto.
Y sorprendido estaba de aquel amor inmaduro que sentía por alguien perfectamente desconocido, alejado, imperturbable y es que esos ojos tan hermosos no pueden ser sino de la mujer más maravillosa del mundo.
Se aprendió sus caminos siguiéndole los pasos, mil veces la vio llorar por los desdenes de una mujer lastimada de amor y le cuidó los sueños cada noche sin perder jamás la pasión, estaba totalmente convencido de que prefería tenerla segura desde la distancia a perderla en la cercanía.
Siempre pasó inadvertido y así continuó su perturbadora existencia a la par de aquella mujer que ni se inmutaba en verlo, era tan petulante su presencia que no se atrevía a enviarle siquiera una palabra al compartir banqueta.
Eran esos momentos, los del encuentro pasajero, los que le dejaban su aroma con el viento agitado, que lo hacían vivir unos instantes más, aunque sea un día para observarla de nuevo para imaginar que sus ojos se cruzan viéndola directo al alma como siempre deseó.
Con el paso de los años y con los cambios de la vida consiguió aunque sea emancipar aquel ardor en el alma, nunca pudo enfrentarla, pero siempre la amo, pasaron tantas mujeres como hojas de otoño, se creó recuerdos como el mejor de los amantes, pero ninguna pudo borrar la imagen de su musa.


Hasta aquel día de invierno en que la vio a lo lejos, con la vejez coqueta asomando por sus ojos, con las hojas cayendo a su lado, con el vaivén de su falda y la brisa distinguida que siempre la acompañaba. No pudo evitar seguirla. Esta vez si cruzaron sus miradas, sonrieron, pero él no pudo hablar –jamás supo porque-, sin embargo se quedó con la mejor sensación que la vida le pudo haber regalado, una sonrisa y una mirada que duró para toda su existencia.


Y ella, ella pensó que tal vez no fue lo suficientemente hermosa para que aquel hombre le dirigiera la palabra, no sólo esa, sino todas las veces, incluso las de antaño cuando lo veía desde la ventana de su habitación mientras lloraba por la falta de amor en su vida, mientras caminaba y se lo topaba en la acera, mientras se lo imaginaba así como ahora, en medio de la impotencia y la ansiedad al final de la calle, en el horizonte...para siempre.

A petición

No sólo se me da escribir de cine, de hecho fue lo segundo que solía escribir. Lo primero fueron mis sentimientos y pensamientos varios.
Alguna vez un escritor (del cual emitiré su nombre por razones personales) me dijo, los escritores decimos en letras, lo que los demás callan en palabras y es una rotunda verdad.
Hoy, a petición de Mau, inicio mi otro blog. Hoy daré de más en mi vida para llenarlo un poco cada día, o cada semana o cada mes. Pero lo que aquí aparezca será, sin duda, una pequeña muestra de lo que en realidad a diario callo, pero que irónicamente aquí puedo expresar.