miércoles, 1 de abril de 2009

En el horizonte...

Como una hermosa musa inalcanzable la veía todas las noches en el horizonte, desde la ventana de su habitación y la soñaba despierto sin quitarle el pensamiento un solo minuto.
Y sorprendido estaba de aquel amor inmaduro que sentía por alguien perfectamente desconocido, alejado, imperturbable y es que esos ojos tan hermosos no pueden ser sino de la mujer más maravillosa del mundo.
Se aprendió sus caminos siguiéndole los pasos, mil veces la vio llorar por los desdenes de una mujer lastimada de amor y le cuidó los sueños cada noche sin perder jamás la pasión, estaba totalmente convencido de que prefería tenerla segura desde la distancia a perderla en la cercanía.
Siempre pasó inadvertido y así continuó su perturbadora existencia a la par de aquella mujer que ni se inmutaba en verlo, era tan petulante su presencia que no se atrevía a enviarle siquiera una palabra al compartir banqueta.
Eran esos momentos, los del encuentro pasajero, los que le dejaban su aroma con el viento agitado, que lo hacían vivir unos instantes más, aunque sea un día para observarla de nuevo para imaginar que sus ojos se cruzan viéndola directo al alma como siempre deseó.
Con el paso de los años y con los cambios de la vida consiguió aunque sea emancipar aquel ardor en el alma, nunca pudo enfrentarla, pero siempre la amo, pasaron tantas mujeres como hojas de otoño, se creó recuerdos como el mejor de los amantes, pero ninguna pudo borrar la imagen de su musa.


Hasta aquel día de invierno en que la vio a lo lejos, con la vejez coqueta asomando por sus ojos, con las hojas cayendo a su lado, con el vaivén de su falda y la brisa distinguida que siempre la acompañaba. No pudo evitar seguirla. Esta vez si cruzaron sus miradas, sonrieron, pero él no pudo hablar –jamás supo porque-, sin embargo se quedó con la mejor sensación que la vida le pudo haber regalado, una sonrisa y una mirada que duró para toda su existencia.


Y ella, ella pensó que tal vez no fue lo suficientemente hermosa para que aquel hombre le dirigiera la palabra, no sólo esa, sino todas las veces, incluso las de antaño cuando lo veía desde la ventana de su habitación mientras lloraba por la falta de amor en su vida, mientras caminaba y se lo topaba en la acera, mientras se lo imaginaba así como ahora, en medio de la impotencia y la ansiedad al final de la calle, en el horizonte...para siempre.

8 comentarios:

MauVenom dijo...

Que fuerte

que doloroso también

me hiciste recordar un cuento que tengo que ya publicaré algún día en que la situación es similar aunque el final diferente

pero aparte... no te da temor que pudiera suceder algo así?, que frente a ti estuviera la posibilidad eterna y que nunca se diera por el peso de la circunstancia?.

Me gustó mucho Anne. Buen inicio de tu blog. Te mando un beso y que bueno que te animaste.

Vi el comentario que hiciste en el blog de Toño. Muchas gracias por esas hermosas palabras.

Sigo aquí

Ana A. dijo...

Pero por supuesto que me aterra, por eso hay que atreverse a todo, aunque de pena, aunque la gente piense mil cosas de ti, más vale una pena que un amor perdido y jamás conocido ¿a poco no?.
Lo de Toño es verdad, eres especial para muchos a pesar de que no te conocemos en persona. Pero ese enigma es el que nos hace visitar tu blog (y tus palabras claro), aprendemos de ti y lloramos contigo.

Abrazote y gracias por estar aquí.

Juan! dijo...

Ana:
¿Sabes? me hiciste el día. Creo que todos hemos librado una que otra batalla por nuestros amores inalcanzables. Hay algo en nuestro interior que vibra con ciertas personas y nos hace tener la certeza de tantas cosas… sería muy difícil describirlo con palabras.
Me recuerdas como uno termina por maldecir a la otra voz interior, esa que busca protegerte del dolor y alejarte de muros infranqueables y sueños imposibles; aquella que se queda “en medio de la impotencia y la ansiedad al final de la calle, en el horizonte...para siempre.”
A veces la realidad teje estambres multicolor; es frecuente perderse en la maraña.

Volveré pronto para seguir ésta luna llena dulcísima que es tu blog, gracias por hacerme parte de él.

…y tenias mucha razón, me encantó!

Ana A. dijo...

Juan,
Curiosamente esto lo tenía guardado y cuando leí tu blog me acordé y creo que sirvio de buen inicio.
Esa voz interior nos acaba por matar el alma si se lo permitimos. Tenemos que luchar a diario contra ella, aunque pensandolo bien forma parte también de lo que somos y jamás dejaremos de ser.

Unknown dijo...

Tal vez dejar de ser cobarde hubiese sido una buena solucion...muy bello, muy doloroso tambien...abrazos

Ana A. dijo...

A veces creemos que es cobardía, pero siempre hay algo atrás más fuerte. Decir que un miedo es lo que nos detiene a hacer algunas cosas es lo más sencillo, lo que hay detrás, ese monstruo que no nos deja caminar o movernos en algunos momentos es al que debemos quitar de en medio. En realidad no sabemos como se llame.

marichuy dijo...

Ana

Por fin di con tu blog; fui al otro de cine y ahí no vi ninguna liga para este.

Qué belleza de historia¡. Muy triste; cuánta melancolía. Me hizo recordar algo que me pasó hace algunos años; sabes? en ocasiones aún me arrepiento de mi timidez...

Cuántas veces habrá pasado que nuestro miedo al rechazo, nuestras inseguridades, sean el verdadero impedimento para conocer a alguien, para una relación? Pero como decía Joaquín Sabina: "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca existió"

Luna llena? Me encanta.

Saludos

PS 1 Ahora si, me llevo el link
PS 2 tengo otro blog, el más público digamos:
http://melange-marichuy.blogspot.com/

Ana A. dijo...

Marichuy,
Si, no hay peor nostalgia que esa que dice Sabina...ahhh. Ni modo.

Yo también ya guardé tu liga...bueno del otro blog.

Si Luna llena, había pensando "bajo la luna llena", pero me gustó más así. Mi mamá siempre dice: "entre más sencillo, más elegante" jajaja, le hice caso.